Una persona vegana no es simplemente alguien que no come carne. Es una postura ideológica, un modo de vida, en la que se está en contra del sufrimiento animal, en todas sus formas, y una de ellas se traduce en no comer alimentos animales ni productos elaborados con ellos.
Es decir: una persona vegana no como carne ni derivados, ni pescados, ni huevos, ni lácteos, ni miel, pero tampoco utiliza prendas de lana, cuero o seda ni compra productos testados en animales, como sucede con algunos cosméticos o medicamentos.
Se diferencian de las personas vegetarianas, en que en el segundo caso, se trata más de una forma de alimentarse, que una forma de vida completa. Los vegetarianos no comen carne ni pescados, pero en ocasiones son más flexibles con los productos que vienen de los animales y que no necesitan matar al animal para obtenerlos, como el caso de la leche, los huevos o la miel.
Para denominar a todos estos tipos de alimentación encontramos términos como:
No hay nada que sea mejor ni peor, son elecciones personales completamente respetables. Ser vegetariano o vegano es una opción perfectamente válida, si combinas bien las frutas, verduras, hortalizas, los cereales, las legumbres y los frutos secos. No tienes porqué tener ninguna carencia. Conseguirás proteínas de buena calidad, grasas saludables, hidratos complejos, vitaminas y minerales.
Si añades lácteos o huevos entonces tu dieta será completamente equilibrada, aunque no vuelvas a probar la carne o el pescado.
El calcio, el hierro, el cinc y la vitaminas B12 y D son los que más debate han generado siempre entre los defensores y detractores del veganismo.
Así que sólo nos quedaría la vitamina B12, que únicamente se encuentra en alimentos de origen animal como carnes, pescados, huevo, mariscos… de modo que los veganos estrictos podrían necesitar algún suplemento de esta vitamina. Existen, de todos modos, alimentos enriquecidos con B12 como algunos cereales, levaduras o bebidas vegetales, para reducir el riesgo de carencias. Y los vegetarianos que incorporen huevo o lácteos no deberían tener déficit de esta vitamina.
Recuerda que las dietas deben ser sobre todo equilibradas y contener todos los nutrientes necesarios. Si tienes dudas sobre tu dieta, recuerda que solo un profesional médico podrá asesorarte adecuadamente.
Saltea un puerro, una zanahoria y medio calabacín troceado en dados con un poco de aceite de oliva. Cuece el brócoli para que quede al dente. Añádelo al sofrito junto con las setas (las que más te gusten) troceadas. Saltea unos cuatro minutos.
Añade una taza de quinoa. Remueve y añade el doble y un poco más (dos tazas y media) de caldo de verduras. Cuece hasta que se evapore. Unos veinte minutos. Si necesita más agua la puedes echar, para que la quinoa quede bien cocida. Si prefieres puedes cocinar la quinoa aparte y añadirla al final.
En el último momento añade unas almendras picadas, un poco de perejil y una pizca de curry. Añade salsa de soja al gusto. Ten en cuenta que está salada así que prueba y rectifica de sal al final.
Es un plato completo. Si terminas con una pieza de fruta tendrás un almuerzo o una cena equilibrada y saludable.