Para empezar, ¿qué es exactamente la fibra alimentaria?

La fibra es la parte comestible de las plantas que es altamente resistente a las enzimas digestivas. Es decir que no podemos digerir o solo en una pequeña parte. ¿Para qué la comemos entonces, si la expulsamos tal cual? Buena pregunta. La fibra tiene un papel fundamental en nuestro sistema excretor y el mantenimiento de la microflora del intestino.

Según lo que se resista a la fermentación por parte de las bacterias del colon, la fibra puede ser fermentable como las hemicelulosas o pectinas, semifermentable como el agar o no fermentable como la lignina. Además, puede ser soluble si forma geles (es decir, atrapa el agua y ralentiza la digestión) como las gomas o pectinas o insoluble, sin apenas viscosidad (que acelera el paso de los alimentos por el intestino) como la celulosa.

Las fibras están básicamente formadas por hidratos complejos polisacárido u oliogosacáridos y por otros compuestos similares como dextrinas, maltodextrinas, ligninas.

Los beneficios de la fibra en el cuerpo

La fibra tiene muchas funciones y todas estupendas para el organismo:

  • Produce sensación de saciedad. Lo que ayuda en dietas de adelgazamiento porque apenas aporta unas 2 kcal por gramo.
  • Acelera el tránsito intestinal, lo que evita problemas de estreñimiento.
  • Ayuda a dar mayor consistencia a las heces y aunque parezca una contradicción con lo anterior no lo es. Las fibras solubles que absorben agua evitan la deshidratación y las diarreas.
  • Evita que se absorban algunas sustancias como el colesterol, lo que podría disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares o sustancias potencialmente tóxicas (cancerígenas). Así mismo al conseguir que los hidratos se absorban de forma más paulatina evita los picos de glucemia y reduce el riesgo de padecer diabetes tipo II.
  • Al favorecer la flora bacteriana y tener un efecto antiinflamatorio, contribuye a evitar otras patologías asociadas con el colon.
  • Es considerada por tanto un prebiótico, porque favorece el crecimiento de bifidobacterias y lactobacilus en el intestino.

Algunos inconvenientes:

Al fermentar la fibra y el resto de alimentos que se mantienen por más tiempo en el intestino se producen gases, que pueden producir molestias. Sin embargo, cuando la fibra acelera el tránsito, algunas vitaminas y minerales pueden no tener tiempo de absorberse correctamente y se pierden en las heces.

Procura, si añades más fibra a tu alimentación que también incrementes los líquidos, para que las heces no sean demasiado compactas y tengamos el efecto contrario al deseado.

Y, ¿dónde está la fibra?

  • Frutas, sobre todo con piel. Y enteras, los zumos pierden la mayoría de la fibra.
  • Verduras, sobre todo si se consumen crudas, en ensaladas por ejemplo.
  • Cereales integrales (pastas, arroces, panes…). Evita los cereales azucarados.
  • Legumbres. Excelentes como fuente de fibra y de proteínas vegetales.

Idea de un menú rico en fibra

  • Desayuno: Un kiwi. Porridge (las gachas de toda la vida) de avena integral con leche entera y canela o unos copos de trigo integral en un yogur natural con frutos rojos.
  • Media mañana: Una naranja
  • Comida: Empedrado de lentejas (lentejas con arroz) con zanahoria y una ensalada de tomate, o lentejas estofadas y merluza al horno con guisantes. De postre una manzana y un té verde.
  • Merienda: un yogur natural con una cucharada de muesli casero.
  • Cena: Revuelto de quinoa integral, calabacín y calabaza, con espárragos trigueros o gazpacho y atún a la plancha con cuscús. De postre una pera y una infusión relajante.

Recuerda llevar una dieta equilibrada.

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